¿Se puede medir la felicidad?

¿Se puede medir la felicidad?

Fuente:MUY INTERESANTE,02/03/2024 08:10 am

Por Muy Interesante 

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Imagen / Pexels / Julia Avamotive

La felicidad es uno de los deseos más preciados por los seres humanos. Pero ¿cómo se puede algo tan abstracto y subjetivo como nuestro nivel de satisfacción con la vida?

La felicidad se define como un estado emocional y subjetivo de bienestar general y satisfacción con la vida. Implica emociones positivas, como alegría, gratitud y satisfacción, así como una evaluación positiva de la propia vida y circunstancias.

Sin embargo, se manifiesta de múltiples formas para cada persona. Podríamos reconocer cuándo nos sentimos felices y cuándo no. Pero ¿es posible medir algo tan abstracto y subjetivo?

A lo largo de los años, los investigadores han desarrollado diversas herramientas y métodos para intentar cuantificar y comprender la felicidad desde una perspectiva científica. Por ejemplo, los psicólogos encontraron que se puede medir a través de cuestionarios de autoevaluación.

Estas pruebas pretenden orientar nuestro camino hacia una vida más satisfactoria y calificar nuestro nivel de bienestar subjetivo (la felicidad), en función de una serie de parámetros.

Además, intentar mejorar la felicidad es importante, ya que, según los expertos, las personas felices están más preparadas para afrontar los retos de la vida y adoptar estilos de vida saludables.

Por ello, las instituciones valoran cada vez más la importancia de la salud mental y la satisfacción de la gente con su vida. No en vano, el reconocimiento generalizado de la relevancia que tiene la felicidad para el bienestar ha llevado a la comunidad científica a prestar más atención a los predictores o herramientas para medir este estado emocional.

Por ejemplo, el test de felicidad del científico Martin Seligman (también conocido como Inventario de Felicidad Auténtica) es una herramienta diseñada para evaluar diferentes aspectos del bienestar subjetivo y la felicidad en las personas.

Martin Seligman, a menudo considerado como el padre de la psicología positiva, propuso inicialmente que la felicidad podría analizarse en tres elementos: emoción positiva, compromiso y significado. Posteriormente, amplió su teoría del bienestar para incluir dos elementos adicionales, dando lugar al modelo PERMA: emociones positivas, compromiso, relaciones positivas, significado y logro.
 

La historia de esta herramienta se remonta a la colaboración entre Seligman y Chris Peterson, quienes reconocieron la necesidad de medir la felicidad y el bienestar subjetivo. Juntos, desarrollaron el Inventario de Felicidad Auténtica para evaluar el cambio en la felicidad y el bienestar subjetivo después de intervenciones de psicología positiva.

El test se administra a través del sitio web de Authentic Happiness de la Universidad de Pensilvania (EE UU), donde los usuarios pueden seleccionar los enunciados que mejor reflejen su estado de felicidad en diferentes aspectos de la vida. Aunque el test no calcula una puntuación específica de felicidad, proporciona información sobre cómo se comparan los resultados del usuario con otros individuos y grupos demográficos.

Por ejemplo, Peterson, Seligman y sus colegas se dieron cuenta de que “los individuos satisfechos manifiestan una mayor satisfacción con la vida a través del 'significado', el 'placer' y el 'compromiso'”. Según los investigadores, a través de la medición de tales factores, es posible proporcionar una evaluación subjetiva de la felicidad.

Precisamente, según los expertos, la necesidad de crecer como persona o de relacionarse con los demás se ha transmitido como parte de nuestro legado evolutivo, convirtiéndose en universales a través de individuos, grupos y culturas.

Por eso, al medir tales necesidades psicológicas, se puede puntuar la felicidad de un individuo y compararla con otras. Al mismo tiempo, los psicólogos se pueden hacer una idea del nivel de bienestar subjetivo en diferentes momentos para identificar cambios a lo largo del tiempo.

Por su parte, la Escala General de Felicidad creada por Sonja Lyubomirsky solicita a los participantes que evalúen su nivel general de felicidad mediante una serie de preguntas que abordan tanto su bienestar subjetivo como su percepción de la vida en general.

Otro ejemplo es el conocido como cuestionario PANAS (Positive and Negative Affect Schedule), una herramienta que examina los estados de ánimo positivos y negativos de los participantes, pidiéndoles que califiquen la intensidad de diversas emociones durante un período de tiempo específico.

También destaca el cuestionario de emociones Fordyce, diseñado para medir el nivel general de felicidad de una persona y la frecuencia con la que experimenta emociones positivas y negativas en su vida diaria. Asimismo, la Escala de Satisfacción con la Vida (SWLS) atiende al juicio global de una persona sobre su vida en términos de satisfacción y cumplimiento. Los participantes responden a una serie de afirmaciones que reflejan su percepción sobre la vida.

Y similar a la SWLS, pero adaptada para niños y adolescentes, la Escala de Satisfacción con la Vida de los Estudiantes mide la satisfacción general con la vida de los jóvenes y su percepción de bienestar.

Pero además de las mediciones subjetivas, los científicos también han explorado indicadores objetivos de la felicidad. Estos incluyen medidas fisiológicas, como la actividad cerebral y los marcadores biológicos del estrés, así como indicadores sociales y económicos, como el ingreso per cápita, la calidad de vida y la esperanza de vida.

Varios factores pueden influir en los niveles de felicidad de una persona. Estos incluyen factores genéticos, como la predisposición a experimentar emociones positivas, así como factores ambientales y sociales, como las relaciones interpersonales, el sentido de propósito y la calidad del entorno físico y social.

No obstante, la felicidad también puede variar significativamente entre diferentes culturas. Estudios transculturales han demostrado que las normas culturales y los valores pueden influir en las percepciones y expresiones de la felicidad. Por ejemplo, hay algunas culturas que priorizan el bienestar colectivo sobre el individual, lo que influye sobre las evaluaciones de satisfacción con la vida.

La medición de la felicidad también tiene aplicaciones prácticas en diversos campos, incluida la psicología clínica, la salud pública y la política. Por ejemplo, algunos gobiernos ya emplean datos sobre la felicidad y el bienestar para informar sobre políticas y programas de bienestar social que en teoría promueven el bienestar general de la población.

En cualquier caso, comprender y medir la felicidad tiene importantes implicaciones para la salud mental y el bienestar humano. La investigación ha demostrado que los niveles más altos de felicidad se asocian con una mejor salud física y mental, así como con una mayor resiliencia frente al estrés y la adversidad.

 

Buscar la felicidad

“La gente suele pensar, por razones comprensibles, que la verdadera felicidad está fuera de su alcance porque hay muchas cosas que no puede evitar y que están grabadas en piedra”, tal y como aseguraban en 2023 Robert Waldinger y Marc Schulz, autores de uno de los mayores estudios globales de felicidad.

De hecho, los datos lo demuestran. Por ejemplo, dedicarse a establecer relaciones fuertes y centrarse en emociones positivas, como la gratitud, puede aumentar nuestra felicidad a corto plazo y a lo largo de toda la vida, como alegan estos científicos.

Sin embargo, “saber que esos cambios son posibles y están demostrados por la ciencia nos da esperanza a todos”, en palabras de Jeremy Sutton, investigador en la Universidad de Ulster (Irlanda del Norte).

La búsqueda de la felicidad se ha convertido en un rasgo distintivo de los seres humanos. Por eso, no es de extrañar que hayan surgido numerosos esfuerzos a nivel global para medir los niveles de felicidad en todo el mundo.

Según el último Índice Global de Felicidad elaborado por Naciones Unidas, Finlandia es (por sexto año consecutivo) el país más feliz del mundo, seguido de Dinamarca e Islandia. España se coloca actualmente en el puesto 32. En cambio, en los últimos puestos de la tabla se encuentran Afganistán, Líbano o Sierra Leona, con los niveles más bajos.

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