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Muchas personas, después de graduarse, se preguntan: ¿vale la pena estudiar un doctorado? La verdad es que existen muchas razones de peso para hacerlo. Una de las principales es mejorar la empleabilidad.
La especialización que te otorga un doctorado ofrece unos conocimientos esenciales si quieres dedicarte a la docencia. Por otro lado, supone un plus si deseas trabajar en la administración pública.
Pero también la empresa privada valora especialmente el perfil profesional de quienes estudian un doctorado. La especialización formativa te prepara de forma práctica para el desarrollo de proyectos, te convierte en experto para realizar presentaciones y aumenta tus capacidades de análisis y trabajo en equipo. Todas ellas son habilidades cada vez más demandadas por las empresas.
¿Qué implica hacer un doctorado?
Por supuesto, un doctorado es un requisito fundamental para una carrera académica: es una introducción al mundo de la investigación independiente, una especie de obra maestra intelectual, creada por un aprendiz en estrecha colaboración con un supervisor. Se caracteriza por la personalización del itinerario que se enfoca en los intereses específicos del estudiante, sus herramientas cognitivas, expositivas y críticas.
Los requisitos para acceder y completar un doctorado varían enormemente entre universidades, e incluso entre asignaturas. Un doctorado típico suele durar de 3 a 4 años e implica:
- Llevar a cabo investigaciones originales y recopilar los resultados.
- Producir un trabajo final presentando las conclusiones de la investigación.
- Escribir el trabajo y exponerlo ante una comisión.
Dicho esto, hoy el doctorado es una calificación cada vez más flexible: no todos los estudiantes terminan trabajando en la educación superior. Muchos siguen carreras alternativas relacionadas con su especialización o aprovechan las habilidades de investigación avanzada que desarrollaron durante su doctorado en otros ámbitos.
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Habilidades útiles para mejorar tu empleabilidad
La mayoría de las empresas están de acuerdo en que los empleados con un doctorado añaden valor al equipo, por su capacidad de abordar problemas más complejos y aprovechar sus habilidades altamente refinadas.
De hecho, además de las habilidades técnicas muy específicas, un doctorado desarrolla una amplia gama de habilidades transferibles. Te enseña a trabajar de forma independiente pero también en equipo, a comunicarte (escribiendo, haciendo presentaciones y hablando en público), a gestionar eficazmente el tiempo y los recursos, a priorizar y a procesar grandes cantidades de información compleja.
Todo esto hace que el mercado laboral de los que consiguen un doctorado sea bastante amplio. Muchos aportan su experiencia en investigación y docencia a otras profesiones, incluidas las empresas privadas o la administración pública. El doctorado, de hecho, es útil para participar en oposiciones, donde este nivel de formación se valora positivamente a efectos de la evaluación final.
Al mismo tiempo, el nivel de disciplina y conocimiento especializado que requiere un doctorado es absolutamente necesario en muchos trabajos con elevados niveles de profundización, especialmente en campos como el derecho, las ciencias farmacéuticas, las ciencias biomédicas y las finanzas. Pero también, en campos como el periodismo, la política o el marketing, haber realizado un doctorado garantiza el acceso al mercado laboral con un enfoque más especializado.
La especialización optimiza tu perfil profesional
La media de la Organización de cooperación y desarrollo económico (OCDE) de las personas que en el mundo cuentan con un doctorado asciende al 1,1%. Para intentar solucionar esta generalizada falta de formación, según Andrea Ramos, socióloga, especializada en selección de personal y fundadora de Reclutandovoy, “lo primero es adquirir conocimientos prácticos y técnicos de tu sector, luego hay que evolucionar en lo técnico y potenciar las habilidades blandas, que son las que permiten llevar a cabo una actividad de networking útil en la búsqueda de empleo”.
Pero lo primero es la formación. “Formarse hace que marques la diferencia frente a otros candidatos y aumenta las posibilidades de encontrar un empleo de calidad, además, en la selección ayuda a las personas que no tienen experiencia profesional, así como a los profesionales que buscan cambiar de sector. Especializarse significa diferenciarse y sobresalir en el mercado laboral”, zanja la experta.
El trato económico al que puedes acceder como investigador depende de la categoría, aunque lamentablemente no suele ser muy elevado. En perspectiva, sin embargo, es posible escalar puestos para convertirte en profesor universitario y, por lo tanto, alcanzar un buen salario.
Para los cursantes, las universidades ofrecen algunas becas y, en cualquier caso, las tasas de doctorado son mucho más bajas que las de la licenciatura. Eso sí, el doctorado absorbe tiempo y energías y hay que tener en cuenta al menos unos tres años de bajos o nulos ingresos, algo a considerar si se frecuenta una Universidad lejos de casa.
Mejores perspectivas económicas y laborales
Sin embargo, si lo que te empuja es una auténtica pasión, la inversión de tiempo y recursos vale la pena. De hecho, la mayor formación y especialización que ofrece un doctorado se traduce en la posibilidad de aspirar a mejores roles y puestos, con mayores salarios, incluso en el sector privado, particularmente en investigación y desarrollo industrial.
El diario ‘The Economist’ informó que los doctores en matemáticas, ingeniería y ciencias pueden ganar hasta 20.000 dólares más por año trabajando para empresas privadas que aquellos que permanecen en el mundo académico.
La pregunta correcta, por tanto, no es si vale la pena o no hacer un doctorado, sino si trabajar en la universidad o en el sector privado. Si bien los empleos académicos no son conocidos por sus altos salarios, tienen algunas ventajas, incluida la oportunidad de perseguir una pasión mediante la investigación, así como la libertad de tiempo, autonomía y estabilidad.
El doctorado, en efecto, es un camino íntimamente ligado a la vocación. Los estudiantes que se sienten a gusto en el ambiente académico, participan activamente en la vida de la universidad, en conferencias, algo que muchas veces les lleva a tener excelentes relaciones con los docentes, son los que suelen dirigirse hacia el doctorado.
Al mismo tiempo, no obstante, incluso si te preocupas por la fuerte competencia para acceder a puestos académicos debes considerar que este título abre perspectivas de empleo muy diversificadas en varios sectores, con posibilidades estimulantes bajo muchos aspectos.
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