Por Sonora Star
El cofundador de Intel, Andy Grove, dijo una vez “solo los paranoicos sobreviven”. Sus palabras enfocan una verdad importante en el mundo de los negocios que se encuentran en una etapa inicial: el miedo puede paralizar el crecimiento de una empresa pero, sin embargo, necesitamos miedo para tener éxito.
Investigaciones sobre el miedo como parte del espíritu empresarial validan esta verdad.
Por ejemplo, el trabajo de los profesores James Hayton y Gabriella Cacciotti, de la Warwick Business School, indica que algunos temores conllevan a la productividad: el miedo a cosas como los costos de la oportunidad, la seguridad financiera y la financiación, mismos que motivan a los emprendedores a aprender, innovar y mejorar constantemente.
Sin embargo, existen otros temores que juegan un papel más destructivo en el proceso empresarial.
Cuando los temores se vuelven cada vez más vagos, personales y separados de acciones tangibles, estos se tornan paralizantes.
Hayton y Cacciotti notaron, por ejemplo, que el miedo se volvió destructivo “cuando los empresarios cuestionaron el posible potencial de su idea o su capacidad personal para desarrollar una empresa exitosa”.
El resultado es claro. Necesitas encontrar un punto de equilibrio entre tener muy poco o demasiado miedo. Muy poco miedo puede hacerte complaciente, acabar con tu motivación o llevarte a tomar acciones imprudentes. Demasiado puede conducirte a preocupaciones constantes, indecisión y comportamientos poco saludables que pueden afectar tu salur física y mental.
¿Cómo puedes experimentar los beneficios del miedo sin sucumbir a sus efectos destructivos? Estas son tres estrategias para lograrlo:
1. Nota la diferencia entre miedo productivo y destructivo
El miedo productivo tiene un claro vínculo con la acción.
Por ejemplo, el miedo que sientes por tomar una gran decisión estratégica es productivo. Te motiva a ti y a tu equipo a pensar cuidadosamente sobre los costos y beneficios de cada camino a seguir.
El miedo destructivo, por otro lado, es personal y está lleno de historias que podrían ser ciertas o no.
Pensar “no soy lo suficientemente bueno” es un miedo destructivo. No tiene un vínculo claro con la acción y bloquea todos los aspectos de tu vida como una gran nube oscura. Pensar “esto no va a funcionar” es otro miedo destructivo.
No es específico ni tangible. Es solo un pensamiento negativo de que el fracaso es inevitable.
2. Maneja el impulso positivo de los miedos productivos
El miedo productivo puede ser el combustible para el aprendizaje, la innovación y la resolución de problemas.
En lugar de tratar de deshacerte de él, úsalo para impulsarte hacia una acción positiva.
Para hacer esto, disminuye la brecha entre el estímulo (miedo) y la respuesta (su acción). Cuando sientas este tipo de miedo, respire profundamente y considera: ¿Cuál es la acción sabia que este miedo me está pidiendo que tome? Es un proceso que toma solo 30 segundos, pero asegurará que respondas de manera consciente, en lugar de reaccionar instintivamente cuando enfrentes al miedo.
3. Aprende de la experiencia del miedo destructivo
El miedo destructivo que enfrentan la mayoría de los emprendedores (miedo al fracaso, baja autoestima o poca confianza en su capacidad) es uno de los estados emocionales negativos más desagradables y desestabilizadores.
Como resultado, la tendencia habitual es distraernos con nuestros smartphones, redes sociales, noticias o el mismo trabajo.
Sin embargo, esta táctica rara vez funciona a largo plazo. En vez de deshacernos del miedo, lo aumentamos.
Una mejor estrategia es recordar la experiencia de estos miedos.
Para hacerlo, todo lo que tienes que hacer es centrar tu atención a las sensaciones del miedo al recordarlo en el momento presente.
Observa cómo se siente el miedo en tu cuerpo. Observa lo que sucede con tu forma de respirar.
Observa los pensamientos que desencadena. Trata de hacer esto desde una perspectiva de interés en aprender en lugar de juicio y autocrítica.
Comenzarás a notar que, aunque es incómodo, experimental el miedo de forma consciente te permite aprender a manejarlo. Y la habilidad que adquieres a través de esta experiencia permitirá que el miedo desaparezca.
El objetivo es que el miedo al emprendimiento sea la gasolina de tu vehículo.
Sin ella, simplemente no podrás avanzar a un ritmo rápido. Pero en el momento en el que comienza a desbordarse esa gasolina, corres el riesgo de explotar tu auto.
Por lo tanto, la clave es encontrar un punto de equilibrio: desarrollar tu capacidad de utilizar el miedo productivo para impulsarte hacia adelante mientras te sueltas de las garras del miedo destructivo.
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