¿Existe la realidad sólo cuando nosotros la observamos?

¿Existe la realidad sólo cuando nosotros la observamos?

Fuente: MUY INTERESANTE, 18/01/2025 08:58 am

Por Muy Interesante 


Imagen / João Jesus

Inicialmente parece arrogante sugerir que nosotros creamos la realidad. Sin embargo, al reflexionar sobre la teoría cuántica, surgen planteamientos que proponen que la realidad se manifiesta solo cuando se observa.

A primera vista, sugerir que nosotros creamos la realidad suena a una mezcla de arrogancia y absurdo. ¿En qué retorcida versión de la misma podría existir únicamente por nuestra causa? Y, sin embargo, si uno dedica algo de tiempo a reflexionar sobre la teoría cuántica —nuestra descripción más precisa de lo que existe en sus aspectos más fundamentales—, es difícil eludir la idea de que el mundo se vuelve real solo cuando lo observamos. 

El punto de partida de esta afirmación es el hecho peculiar de que la observación parece desempeñar un papel clave en la transformación del ambiguo mundo cuántico en esa imagen definida que conocemos como realidad clásica. De un electrón, por ejemplo, se dice que se encuentra en una superposición de muchos sitios a la vez, porque, como todos los objetos cuánticos, existe en una nube de posibilidades. Estas posibilidades están codificadas en una entidad matemática llamada función de onda, y así permanecen hasta que la función de onda se mide. En ese momento, se produce el colapso de la función de onda y todas las posibilidades quedan reducidas a una.

El electrón adquiere una posición o estado único y definido, algo que reconocemos como real.

Todo eso ha quedado bien establecido, pero la palabra “medir” es escurridiza. “El colapso se produce por la medición, pero el término medición es vago y antropocéntrico, y no parece apropiado para desempeñar un papel en una descripción fundamental de la realidad”, sostiene Kelvin McQueen, filósofo dedicado a la física cuántica de la Universidad Chapman, en California. 

Tomemos el experimento de la doble rendija, en el que un haz de luz se proyecta en una pantalla a través de dos hendiduras situadas una junto a otra: la clásica demostración de la dualidad onda-corpúsculo, también conocida como dualidad onda-partícula. El experimento puede hacerse para forzar el colapso de una función de onda, como muestra el patrón que deja la luz en la pantalla. Pero ¿cuándo tiene lugar en realidad la medición? ¿Sucede cuando la luz pasa por la rendija o cuando llega a la pantalla? Imaginemos ahora que sustituimos esta última por una placa fotográfica que no se revela hasta más tarde. De nuevo, ¿cuándo se produce la medición? Este problema es, a día de hoy, uno de los mayores misterios de la física. 

A menos, por supuesto, que tomemos en serio la idea de que el colapso de la función de onda no se produce por la medición, sino por la intervención de un observador consciente. John Wheeler, de la Universidad de Princeton (EE. UU.), se encuentra entre los más elocuentes defensores de este punto de vista. “Nada es más asombroso dentro de la mecánica cuántica que el hecho de que nos permita considerar seriamente que el universo no sería nada sin nuestra observación”, señala Wheeler.

Esta idea suscita preguntas complejas, ninguna de ellas fácil de resolver. En primer lugar, se puede argumentar que la idea de consciencia no es menos vaga que la de medición, por más que la denominada teoría de la información integrada (TII), que ofrece una medida matemática de la consciencia, pueda arrojar el resultado contrario. Otro problema es el de la naturaleza de la realidad antes de que existieran mentes conscientes. Sin nada que provocara el colapso, el cosmos puede haber tenido un aspecto muy extraño; quizá fuera algo parecido a la interpretación de los universos paralelos de la teoría cuántica, que sostiene que todo lo que puede suceder ocurre en un número infinito de ellos. De acuerdo con esta idea, cada vez que se toma una decisión, el universo se divide en dos, con un resultado en un universo y otro en el otro.

La realidad preconsciente puede haber consistido en un multiverso en el que todos los posibles resultados se produjeran en algún sitio. Pero no tiene que ser necesariamente de ese modo, argumenta McQueen, porque la TII rechaza la idea de que la consciencia es exclusiva de los seres humanos y otros organismos complejos. Incluso los objetos inanimados pueden tenerla de alguna forma rudimentaria. Es más, la consciencia puede ser en sí misma una propiedad fundamental de la materia. Si esto fuera así, entonces no habría nada parecido a un universo preconsciente.

En cualquier caso, debido sobre todo a la ausencia de una alternativa mejor, ha sido imposible eliminar al observador consciente de la mecánica cuántica. Más bien al contrario, esto es, en los últimos tiempos ha empezado a reafirmarse la importancia de la subjetividad en la construcción de la realidad objetiva. 

Pensemos en el bayesianismo cuántico (Qbism, según su abreviatura inglesa), una interpretación de la teoría cuántica relativamente nueva que sostiene que el colapso de la función de onda se produce porque los observadores actualizan su conocimiento. En tal caso, no existiría la realidad objetiva; solo nuestra estimación subjetiva de la realidad.

Esto es demasiado para la mayoría de los físicos. No obstante, para Markus Mu?ller, de la Universidad de Viena (Austria), resulta incluso insuficiente. Mu?ller trabaja en un modelo que intenta explicar cómo un mundo externo objetivo —incluídas las leyes de la naturaleza—, puede surgir a partir de experiencias subjetivas. “Lo que propongo es que la realidad física está relacionada fundamentalmente con el observador, pero de un modo objetivo”, señala el físico. Está claro que esto requiere una explicación. Su idea parte de una ley probabilística utilizada por investigadores en inteligencia artificial (IA) para ayudar a que las máquinas hagan predicciones sobre el mundo mediante el descubrimiento de patrones dentro de los datos limitados con los que trabajan. En el enfoque de Mu?ller, la probabilidad algorítmica se aplica al revés: lo fundamental no es el mundo, sino la información y la ley probabilística, que dan al observador la impresión de que existe un mundo físico con unas leyes naturales coherentes.

En la medida en que los planteamientos de Mu?ller pueden comprobarse, los números parecen salir, y sus propuestas han sido elogiadas como un intento inusualmente bien definido de formular una teoría fundamental de la realidad desde una perspectiva subjetiva. “La hipótesis de Mu?ller es extraordinariamente interesante”, afirma McQueen. Y continúa: “Es un efectivo intento de recuperar una vieja postura filosófica conocida como idealismo, según la cual las experiencias no tienen su origen en una realidad preexistente, sino que forman toda la realidad que hay”. 

Albert Einstein no habría sido tan generoso. Cuando los fundadores de la mecánica cuántica mencionaron por primera vez la idea de que nosotros creamos la realidad, preguntó con agudeza si la Luna desaparece cuando uno se da la vuelta. No obstante, luego fue lo suficientemente humilde como para admitir que podía estar equivocado. “Uno asume que el mundo real existe independientemente de cualquier acto de percepción, pero es algo que no sabemos”, escribió Einstein en 1955. Pues bien, seguimos sin saberlo, pero la idea de que la realidad subjetiva es lo único que existe debe ser considerada como una posibilidad real.

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