Por Carlos Nava Condarco
La Concentración es una de las fuerzas más poderosas de la naturaleza humana. De su entendimiento y práctica dependen los logros que se alcancen en la vida, y también el grado de satisfacción que finalmente se tenga en ella.
Imagen / Pexels / Natalie Bond
En principio, es un error considerar que la Concentración sea algo únicamente funcional, porque sus alcances son eminentemente estructurales. Pueden orientar el curso íntegro de la vida de una persona. Los beneficios de la Concentración no sólo reposan en la capacidad de enfocarse para realizar alguna actividad, permiten, en realidad, sostener una orientación clara hacia los propósitos mayores que se tengan en este mundo.
Una vida equilibrada y exitosa es producto de la Concentración de energía, recursos y tareas hacia aquello que edifica. Por otra parte, el fracaso es siempre consecuencia de la disipación y dispersión de esos mismos recursos.
La Concentración, por lo tanto, no es algo menor, y no puede asociarse únicamente a la productividad y eficiencia de las personas. Es un factor que se necesita para tener una vida de calidad en todos los aspectos.
El ser humano tiene dos naturalezas, una que desea avanzar y otra que contiene y jala para atrás. De acuerdo a dónde se concentre atención y energía, una u otra naturaleza se desarrollará.
En esta lógica, la Concentración representa fortaleza mental, puesto que la mente que no puede enfocarse en algo en particular, es débil. Igualmente la que no consigue separarse de un pensamiento determinado o una divagación. La fortaleza mental es la capacidad de prestar efectiva atención a los propósitos y controlar toda energía que lleve a disipación.
La Concentración emerge de los pensamientos. Toda acción es primero un pensamiento, y el resultado, una consecuencia de aquellos que hayan regido acciones y tareas. La vida de los seres humanos está modelada por sus pensamientos.
Si el asunto es tan simple, ¿por qué no se alcanza satisfacción y bienestar con la misma facilidad? El motivo no es, por supuesto, que las personas sean incapaces de pensar y desear lo mejor para sí mismas. El problema se encuentra en la incapacidad de marginar los pensamientos que no aprovechan. O dicho de otra forma, la dificultad de concentrarse en lo positivo y desplazar lo negativo.
Ésta es la importancia que tiene la Concentración en la vida. De ella depende que prevalezcan las cosas positivas o las negativas en la existencia. En función de donde se concentren los pensamientos prevalecerá una u otra naturaleza en el individuo: la que evoluciona o la que conduce a involución.
¿Cómo se alcanzan las virtudes y los favores de la Concentración? A partir del entrenamiento de la voluntad…, y con el apoyo de un pequeño consejo estratégico que se expondrá luego.
La voluntad es el motor que genera la energía para los actos humanos, y es la que permite que los pensamientos se concentren en los propósitos provechosos.
Todas las personas tienen las mismas dosis de fuerza de voluntad, en esto no hay distinciones que puedan ser atribuidas a natura. Las diferencias emergen en el QUÉ y el COMO se aplica esta fuerza de voluntad.
Y esto es algo que se puede aprender en la vida.
Es tan valiosa la fuerza de voluntad, que aprender cómo gobernarla es más importante que desarrollar el intelecto. El conocimiento y las destrezas raramente pueden imponerse a una férrea fuerza de voluntad. La propia inteligencia, o la sabiduría, se fundamentan en éste entendimiento.
Al margen de saber en qué y cómo aplicarla, hay que entender que la fuerza de voluntad es un recurso finito. La ciencia estableció, hace ya buen tiempo, que es una energía que se agota a medida que se la usa.
En los momentos que suceden al descanso los individuos poseen mayor fuerza de voluntad (para lo que fuese), que cuando están cansados. Igualmente cuando la han utilizado para activar algo delicado o complejo. ¡La fuerza de voluntad se agota fácil y rápidamente!, por esto es indispensable conocer sus dinámicas y “entrenarla”.
¿Cómo se entrena la fuerza de voluntad?
La respuesta es sencilla: orientándola hacia la formación y consolidación de hábitos.
El QUÉ, por lo tanto, son los hábitos. Hacia la formación de ellos debe orientarse la poderosa, pero finita, fuerza de voluntad. ¿Y qué tipo de hábitos?, ¡los que favorezcan la Concentración en pensamientos y tareas que lleven a evolución!
Los hábitos, a diferencia de la fuerza de voluntad, se dinamizan desde el subconsciente, no precisan atención “consciente”. Se desarrollan de forma automática, con naturalidad y pasmosa precisión. Los hábitos no necesitan el apoyo formal de los pensamientos, y en este sentido los liberan para propósitos más elevados.
Los hábitos se forman como efecto de ejercicio y repetición. Para éste proceso demandan de la fuerza de voluntad. Pero una vez que han construido los circuitos mentales, se independizan fácilmente de la atención consciente.
La fuerza de voluntad es, entonces, como el motor de arranque del automóvil: un golpe de energía que activa una turbina independiente y mucho más poderosa (el hábito).
Curiosa inducción: la fuerza de voluntad debe concentrarse en la formación de hábitos para que estos, a su vez, ayuden a que las personas se concentren en sus propósitos mayores.
Pues bien, luego llega la cuestión del CÓMO.
Acá se presenta un pequeño consejo de la Estrategia:
“No oriente los esfuerzos a sumar actos provechosos, enfóquelos en marginar pensamientos y actos que no aprovechan”.
Para la Estrategia no se trata de sumar, más bien de restar. Aplicar fuerza de voluntad para la eliminación o sustitución de hábitos que no son de beneficio.
Eliminando (o disminuyendo) el “ruido”, la “música” se puede escuchar mejor. No es cuestión de subir volumen a la música, más bien anular el ruido que genera perturbación.
Son los “malos hábitos” los que deben atacarse con fuerza de voluntad. En ellos debe concentrarse la energía. Eso genera “espacio” para el desarrollo de los “hábitos positivos” y disminuye, progresivamente, la resistencia.
¿Qué acto genera más beneficio: estimular pensamientos positivos o desterrar los negativos? La fuerza de voluntad no alcanza para hacer todo al mismo tiempo. Luego, corresponde enfocarse en lo segundo, porque genera provecho por triple partida: 1) anula una fuerza negativa, 2) otorga mayor espacio para la acción de las fuerzas positivas y, 3) disminuye la resistencia general para ulteriores esfuerzos.
Cuando se anulan los hábitos negativos de la vida, aumenta el poder de Concentración en los pensamientos que llevan a provecho. Es igual a lo que sucede con la nave que arroja lastre, se vuelve más liviana, aumenta velocidad y se dirige con mayor soltura a su destino.
¡Es posible tener la vida que se desea! Absolutamente. Porque todo lo que se puede concebir en la vida, es posible. Si no fuese así, no podría concebirse.
Para conseguirlo hace falta CONCENTRACIÓN en lo que se pretende. Para dar el primer paso, posiblemente concentración en el Coraje. Luego en la destrucción de los hábitos negativos, y finalmente concentración en la abundancia y la riqueza.
Los primeros pasos son los más importantes. Pero pueden darse.
No demanda más energía ser una persona de coraje que un cobarde. Pero el primero puede derrotar a un ejército, porque el coraje, igual que la cobardía, es contagioso.