Por Sonia Heras Gastélum
El trastorno bipolar es una enfermedad mental crónica que se caracteriza por variaciones en el estado de ánimo. A pesar de considerarse un padecimiento sin cura, un seguimiento adecuando permite a la mayoría de los pacientes llevar una vida normal en los ámbitos laboral, social y familiar
Dicha enfermedad afecta los mecanismos que regulan el estado de ánimo localizados en el cerebro.
Tipos de bipolaridad
Existen tres tipos de bipolaridad:
Trastorno bipolar tipo 1
Antes conocido como “psicosis maniaca depresiva”, este es el tipo de bipolaridad más conocido y el más grave. El paciente pasa de estados de ánimo de euforia extrema -muchas veces llamada “manía” -a una depresión grave. En ocasiones, durante estos episodios los pacientes necesitan ser hospitalizados.
Trastorno bipolar tipo 2
Es el tipo de bipolaridad menos grave. Quienes lo padecen pueden sufrir depresiones igual de graves que en el tipo 1, pero las euforias no son tan intensas. En este caso se les llama “hipomanías” y su duración no es tan larga.
Ciclotimia
Existe también la denominada ciclotimia, la forma más leve de la bipolaridad, en la que hay una inestabilidad muy alta en el estado de ánimo pero con poca intensidad. A estas personas se les etiqueta como “cambiantes”, y muy “inestables”.
La enfermedad aparece generalmente en la adolescencia, misma a la que se le suma de la carga genética, situaciones estresantes, cambios biológicos, cambios hormonales y, a medida que evoluciona la enfermedad, disminuye su relación con los cambios ambientales.
El trastorno bipolar se diagnostica clínicamente. Esto significa que se evalúan los síntomas explicados por el paciente, por sus familiares o entorno y por la observación que hace el psiquiatra del paciente. También es importante hacer un panel toxicológico y un análisis del DSM-V. La suma de todo esto es lo que define el diagnostico.
Tratamiento
Para este trastorno, los tratamientos más comunes son el tratamiento farmacológico -que es necesario en la mayoría de los casos -y el tratamiento psicoterapéutico para que las personas con bipolaridad puedan adaptarse mejor a su estilo de vida y a su propia enfermedad.
Es muy importante llegar a un correcto diagnostico ya que ciertos antidepresivos pueden activar la manía o empeorarla si no son recetados junto con estabilizadores del estado de ánimo. Por eso es importante estar con un profesional de la salud.
Las principales complicaciones que puede tener un paciente bipolar si no sigue el tratamiento son el aumento del riesgo de sufrir una recaída más intensa y, si los síntomas son muy graves, requerir una hospitalización.
También corren el riesgo de abandonar su empleo e incluso aislarse de familiares y amigos por completo.
Alrededor del 2% de los casos termina en suicidio, en igual proporción entre hombres y mujeres.
Manía y depresión en el trastorno bipolar
Los siguientes son síntomas y situaciones que ocurren durante los episodios de manía y depresión mayor en personas con trastorno bipolar:
Mania:
- Euforia descontrolada
- Hiperactividad
- Sensación de bienestar física y mental
- Mayor sociabilidad
- Hablar muy rápido
- Mucha impulsividad
- Poco o nada de sueño
- Conductas inapropiadas, imprudentes, o groseras
- Alucinaciones o delirios
- Hiperactividad sexual
- Aumento en la actividad laboral, escolar, o social
- Abuso de substancias
- Optimismo excesivo
- Gastos excesivos
Depresión mayor:
- Tristeza
- Sentimientos de desesperanza
- Pesimismo
- Sentimientos de culpa, inutilidad, o abandono
- Perdida de interés en actividades cotidianas
- Disminución de energía
- Lentitud psicomotora
- Dificultad para concentrarse
- Insomnio o hipersomnio
- Ideas suicidas
- Suicidio
- Irritabilidad
Mitos
“Es solo un cambio del estado de ánimo”
Existe la falsa creencia de que una persona bipolar es una persona que cambia de estado de ánimo de un momento a otro. Sin embargo, la realidad es que el paciente empieza con alguna de las dos (manía o depresión). Supongamos que comienza con manía y esta va incrementando con el paso de los días, en los que cada vez duerme menos, esta más estimulado, más hiperactivo y, después de semanas o incluso meses, empieza a bajar de la manía para entrar en la depresión, sintiéndose deprimido, sin energía, sin poder levantarse de la cama hasta llegar a lo que conocemos como depresión mayor.
“El paciente puede controlar su conducta ‘echándole ganas’ ”
Si bien es cierto que la actitud es importante, cuando existe un desbalance químico en el cerebro es imposible pedirle a alguien con un trastorno mental que simplemente “le eche ganas”. Necesitamos tener paciencia y empatía, pues estas personas no pueden controlar lo que están sintiendo y también están pasándola mal.
“Solo afecta su estado de ánimo”
Esto es completamente falso. Es decir, sí afecta su estado de ánimo, pero también afecta su juicio, su toma de decisiones, su libido sexual, su apetito, su concentración, y su ciclo de sueño.
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