Por Sonora Star
Saber cómo tomar buenas decisiones puede ser la clave para vivir mejor. Y poder saber cómo tomar estas decisiones de manera oportuna podría ahorrarte mucho tiempo y molestias.
Afortunadamente, todos podemos crear hábitos para convertirnos en tomadores de decisiones expertos. Si deseas convertirte en un mejor tomador de decisiones, incorpora estos nueve hábitos diarios a tu vida.
1. Presta atención a tu exceso de confianza
El exceso de confianza puede hacer que tu juicio se nuble. Estudios demuestran que las personas tienden a sobrestimar su desempeño y la precisión de sus conocimientos.
Es importante tomar en cuenta tus niveles de confianza en términos de gestión de tiempo, pues la mayoría de las personas sobrestiman cuánto pueden lograr en un período de tiempo determinado.
Tómate un tiempo todos los días para estimar la probabilidad de que tengas éxito en algo. Luego, al final del día, revisa tus estimaciones. ¿Fuiste tan preciso como pensabas?
2. Identifica los riesgos que tomas
La familiaridad genera comodidad, y es muy probable que tomes malas decisiones simplemente porque te acostumbraste a tus hábitos y no piensas en el peligro que supone una mala decisión.
Identifica los hábitos que se han convertido en algo común para ti. Estas son cosas que requieren poca reflexión de tu parte porque son automáticas. Luego, tómate un tiempo para evaluar cuál de ellos podría ser perjudicial o nocivo para tu salud y crea un plan para desarrollar hábitos diarios más saludables.
3. Cataloga tus problemas de una manera diferente
La forma en que planteas una pregunta o un problema juega un papel importante en cómo responderás y cómo percibirás tus posibilidades de éxito.
Cuando te enfrentes a una decisión, plantea el problema de manera diferente. Tómate un minuto para pensar si un ligero cambio en la redacción o en las palabras que usas para describirlo afecta la forma en que ves el problema.
4. Deja de pensar en el problema
Cuando te enfrentas a una decisión difícil, como mudarte a una nueva ciudad o cambiar de carrera, es posible que dediques mucho tiempo a pensar en los pros y los contras, o en los posibles riesgos y recompensas de cada decisión posible.
Y aunque la ciencia muestra que es muy valioso reflexionar tus opciones, pensar demasiado en tus elecciones puede ser un problema. Sopesar los pros y los contras durante demasiado tiempo puede aumentar tu nivel de estrés hasta el punto en el que tengas dificultades para tomar una decisión.
Expertos aseguran que es importante dejar que una idea evolucione o ‘incube’. El pensamiento no consciente es sorprendentemente astuto, así que considera dormir pensando en un problema para despertar con una posible solución. O, en cambio, involúcrate en una actividad que te distraiga un momento. Deja que tu cerebro trabaje en segundo plano.
5. Dedica un momento del día para reflexionar sobre tus errores
Ya sea que hayas salido de casa sin tus lentes y no pudiste ver con claridad el resto del día, o arruinaste tu presupuesto porque no pudiste resistir una compra compulsiva, reserva un momento para reflexionar sobre los errores que hayas cometido durante el día.
Convierte esta actividad en un hábito. Cuando tus decisiones no hayan salido bien, pregúntate qué salió mal. Busca lecciones que puedas aprender de cada error que cometes. Solo asegúrate de no pensar demasiado en tus errores, pues repetirlos en tu mente una y otra vez, y culparte por ellos, no es bueno para tu salud mental.
Mantén tu tiempo de reflexión limitado; con unos 10 minutos al día basta para ayudarte a pensar en lo que puede salir mejor mañana. Luego, toma la información que has aprendido y comprométete a tomar mejores decisiones en el futuro.
6. Identifica tus atajos mentales
Aunque puede ser incómodo admitirlo, no somos 100% objetivos. De hecho, tu mente crea atajos mentales que te ayudan a tomar decisiones rápidamente. Y aunque estos atajos pueden ayudarte a invertir menos tiempo en cada elección que haces, también pueden conducirte a tomar una mala elección.
Estos atajos son conocidos como heurísticas. Por mencionar una, la heurística de disponibilidad implica basar tus decisiones en ejemplos e información que te vienen inmediatamente a la mente. Por ejemplo, si has leído muchas noticias sobre accidentes aéreos, es probable que termines pensando que tus posibilidades de morir durante un vuelo son mayores que en un accidente automovilístico, aunque las estadísticas demuestren lo contrario.
Un buen hábito diario es identificar cuáles son los atajos mentales que te llevan a tomar malas decisiones. Reconoce las suposiciones incorrectas que haces sobre personas o eventos, y con ello podrás volverte un poco más objetivo.
7. Considera lo opuesto
Una vez que decidas que algo es cierto, es probable que te aferres a esa creencia. Este un principio psicológico conocido como ‘perseverancia de creencias’, y explica que se necesitan pruebas más convincentes para cambiar una creencia que para crearla, y es muy probable que hayas desarrollado algunas creencias a lo largo de tu vida que al final no te sirvan de mucho.
Por ejemplo, suponer que eres malo para hablar en público hará que evites participar en reuniones. Pensar que no eres creativo te convertirá en una persona sin iniciativa.
Esas creencias que asumes que son 100% precisas pueden llevarte por un mal camino. La mejor manera de desafiar tus creencias es argumentar lo contrario. Esto te ayudará a romper con las creencias inútiles para que puedas ver las situaciones desde otra perspectiva y decidir actuar de una manera diferente para obtener nuevos resultados.
8. Etiqueta tus emociones
Las personas suelen estar más inclinadas a decir cosas como “siento mariposas en el estómago” o “tengo un nudo en la garganta”, en lugar de describir su estado emocional llamando los sentimientos y emociones por su nombre, como tristeza o nerviosismo.
Esto se debe a que muchos adultos no se sienten cómodos hablando de sus sentimientos. Pero etiquetar tus emociones puede ser la clave para tomar mejores decisiones.
Tus sentimientos juegan un papel muy importante en las decisiones que tomas. Estudios demuestran que la ansiedad, por ejemplo, hace que las personas decidan tomar el camino más cómodo.
Por otra parte, las emociones pueden hacer que sobrestimes tus posibilidades de éxito. Incluso si solo hay una pequeña probabilidad de que tengas éxito, es posible que estés dispuesto a correr un gran riesgo si estás entusiasmado con los beneficios potenciales.
Convierte en un hábito diario identificar tus sentimientos. Observa si te sientes triste, enojado, avergonzado, ansioso o decepcionado. Luego, tómate un minuto para considerar cómo esas emociones pueden influir en tus decisiones.
9. Habla contigo mismo
Cuando te enfrentes a una decisión difícil, pregúntate, ‘¿qué le diría a un amigo si tuviera este mismo problema?’. Es probable que descubras que la respuesta te llega más fácil cuando te imaginas ofreciendo tu sabiduría a otra persona.
Hablar contigo mismo como si fueras un amigo de confianza elimina la parte de las emociones de el proceso de toma de decisiones. Te ayudará a alejarte un poco de la decisión en sí y te dará la oportunidad de ser un poco más objetivo.
También te ayudará a ser un poco más amable contigo mismo. Si bien algunos se dicen a sí mismos cosas negativas como “Esto nunca funcionará” o “No puedes hacer nada bien”, es probable que no le digas eso a tu amigo.
Desarrolla un diálogo interno más amable. Cuando haces de la autocompasión un hábito diario, tus habilidades para tomar decisiones mejoran.
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