Por Sonora Star
Es bien sabido que las personas no pueden ser productivas si tienen ciertos hábitos o costumbres, como la pereza y falta de disciplina. Si bien es verdad que la productividad está muy relacionada con nuestra capacidad de organización, ¿qué pasa con el factor emocional?
El enfoque de la gestión emocional nos puede ayudar a mejorar nuestra productividad. Algunas de las estrategias que pueden ser de gran utilidad para llevarla a la práctica son:
1. Elimina la pereza
La pereza hace las cosas más difíciles. Es una de las emociones que más atentan contra la productividad y favorecen la procrastinación.
¿Cómo podemos eliminarla? La clave está en identificar qué técnicas nos funcionan para concentrarnos.
Por ejemplo, el método pomodoro implica colocar un temporizador para dividir el tiempo en ‘pomodoros’ de 25 minutos de trabajo, seguidos de 5 minutos de descanso, con descansos más largos cada cuatro pomodoros.
Por otra parte, la motivación también es importante. Quizás leer un libro o un artículo que nos inspire antes de comenzar nuestro trabajo sea buena idea. Debemos detectar que es lo que nos funciona y lo que nos permite ‘sacudirnos’ la pereza.
2. Aprende a gestionar el miedo
Otra forma de mejorar la productividad es aprender a gestionar nuestro miedo.
En el pasado quizás tuvimos malas experiencias con la recepción que pudo haber tenido alguno de nuestros trabajos, y eso pudo haber detonado el miedo de volver a realizar uno similar.
El mejor consejo para gestionar el miedo es postergar esa tarea para el mejor momento del día, en el que solemos estar más inspirados y nos concentremos con facilidad.
A ciertas personas les funciona mejor hacer esa tarea a primera hora del día.
Otros, prefieren la soledad de la noche para trabajar. Cualquier momento del día en el que te sientas cómodo será el indicado para trabajar en ese proyecto al que le temes.
3. Enfócate en una sola tarea a la vez
Esto es fundamental para incrementar tu productividad desde la gestión emocional.
Trabajar en modo ‘multitarea’ puede sonar atractivo, pero no es lo mejor para nuestro bienestar emocional.
Al dejar de hacer múltiples tareas a la vez, lograremos reducir nuestros niveles de estrés y evitaremos dejar tareas sin terminar, reduciendo los errores y descuidos que podríamos tener cuando no logramos concentrarnos al 100%.
Existen días en los que podremos llegar a tener varios trabajos prioritarios a la vez. Para poder culminar todos adecuadamente, lo mejor es organizarnos e ir uno por uno, empezándolos y acabándolos antes de comenzar con otra tarea.
No solo seremos más productivos, sino que también nuestra sensación de satisfacción será mayor.
4. Confía en ti mismo
La falta de confianza en nosotros mismo puede llegar a paralizarnos y hacer que el miedo aumente. La falta de confianza hace que pensemos que no estamos a la altura de nuestro trabajo.
¿Cómo podemos volver a valorarnos? Lo mejor es ser simple: pasar a la acción y aprender de nuestros errores.
Todos podemos dudar sobre nosotros mismos, pero si miramos hacia atrás, lograremos encontrar situaciones en las que fuimos capaces de aportar un gran valor.
5. Cuida tu entusiasmo
Uno de los mejores consejos de la gestión emocional para mejorar la productividad tiene que ver con no perder la emoción o el entusiasmo.
Cada vez que nos sumergimos en un nuevo proyecto, el entusiasmo se manifiesta evitando que procrastinemos.
Sin embargo, el problema surge cuando hacemos siempre lo mismo. En este caso, ¿cómo podemos recuperar el entusiasmo?
Haz una lista donde recuerdes por qué te dedicas a tu trabajo, cómo has crecido y qué has aprendido.
Después, mira hacia el futuro y define, si no lo has hecho aún, cuáles son tus siguientes objetivos y cómo planeas lograrlos.
Mejorar la productividad desde la gestión emocional es posible.
Debes analizar y cambiar ciertas costumbres que, en muchas ocasiones, nos han hecho ‘presos’ de la rutina: pereza, miedo, indisciplina, multitareas y falta de autoconfianza. Así, podremos utilizar los recursos más eficientes que poseemos para salir adelante.
Con información de La Mente es Maravillosa por Raquel Lemos Rodríguez