Por Sonora Star
La bondad es definida como la cualidad de ser amigable, generoso y considerado. La afección, gentileza, calidez, preocupación y cuidado son palabras asociadas con la bondad. Sin embargo, algunos personas consideran (erróneamente) que el ser bondadoso es igual a ser alguien ingenuo o débil. Pero ser bondadoso requiere de mucho coraje y fuerza. La amabilidad, sin duda, es una habilidad interpersonal.
La bondad es la voluntad de reconocer y celebrar los éxitos de otros. Algunos especialistas afirman que la respuesta que tienes frente a los logros de alguien más influye en la manera en que te desarrollas dentro de una comunidad, así como también forja tu carácter para enfrentar los desafíos de la vida.
La bondad también es considerada como la contraparte de la crueldad (causar daño para obtener un beneficio personal), la maldad (hacer daño aunque no te reditúe) y la malicia (el deseo de perjudicar a otros).
Esta cualidad está ligada con la afabilidad, ternura, cuidado, atención, conectividad, empatía, compasión y todos aquellos sentimientos y conductas guiadas hacia la incorporación de otros a las acciones personales. Se trata de una característica que hace que estemos atentos a los requerimientos del otro.
Ser bondadoso con los demás es serlo con uno mismo. Ayudar a que los demás encuentren la felicidad es ayudar a que también logremos la nuestra. No hay mayor beneficio social para todos que la magnitud cooperativa, que se nutre de la bondad y la ética.
Para incorporar la bondad en nuestro día a día hay que salir de esa esfera narcisista que nos hace quedarnos absortos en un individualismo excluyente.
En una entrevista le preguntaron al psicólogo Michael Tomasello, uno de los grandes estudiosos de la cooperación y bondad, por qué podemos ser muy amables con la gente de nuestro entorno y luego ser despiadados en otros contextos.
Tomasello argumentó que nuestros valores varían en función de en qué círculo nos movamos. No nos comportamos igual con el conocido que con el desconocido. Homologar ambos comportamientos es una de las grandes aspiraciones de la ética, que puede lograr que pasemos del círculo íntimo al círculo público con la misma actitud empática.
Por otra parte, el autor Fernando Savater explica que “Las virtudes no se aprenden en abstracto. Hay que buscar a las personas que las poseen para poder aprenderlas”.
Para la sensibilidad ética, un ejemplo vale más que mil palabras. Es decir, sabemos qué es la bondad, pero para aprenderla necesitamos contemplarla en personas valiosas de la comunidad y reproducirla en nuestra vida.
Presenciar actos de bondad tiene un gran poder sobre las personas. Las acciones completamente altruistas y desinteresadas provocan en quienes las ven, sentimientos de paz que quedan grabadas y perduran como una enseñanza de vida.
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