Por Muy interesante
Designecologist
El ser humano no es el único animal monógamo del reino animal, aunque sí es de los pocos que establece relaciones duraderas con una pareja. Desde el punto de vista biológico, parece haber bastante consenso científico en cuanto a que el objetivo del establecimiento del macho y la hembra en una unión estable tiene como objetivo la reproducción y el mantenimiento de las crías durante el tiempo suficiente como para que éstas puedan ser autónomas.
Evidentemente, en las relaciones humanas, el amor es mucho más complejo. No es necesario reproducirse (ni tener capacidad ni intención de hacerlo) para que se desencadenen en nuestro cerebro los procesos químicos que provocan el enamoramiento. Se cree que no todas las personas generan en nosotros la misma reacción: lo que se conoce como la ‘química’ entre dos personas no puede tener un sentido más literal, puesto que se refiere a lo que provoca en cada uno la composición hormonal de la otra persona, además de su personalidad, físico, manera de expresarse, hablar, moverse...
La oxitocina, también llamada ‘hormona del amor’, genera una reacción química en el cerebro cuando comenzamos a salir con una persona, y provoca un torrente de sensaciones positivas que puede durar varios meses, incluso, de uno a dos años. Durante estas etapas iniciales, tendemos a idealizar a la persona que se encuentra a nuestro lado, se dispara nuestro deseo sexual e ignoramos sus ‘defectos’. Si bien no nos convertimos en personas completamente irracionales, nuestro cerebro está ‘borracho’ de amor.
Pasado un tiempo prudencial tras el que los efectos van desapareciendo, queda el amor, el apego, y comienzan a darse los primeros conflictos: empezamos a conocer a la persona tal y como es, sin el velo hormonal que antes nos cegaba. Para que se construya un vínculo duradero, no basta quererse mucho, sino que habrá que ajustar nuestras diferencias, conocer los valores del otro, inquietudes, preferencias, proyectos de vida... Será el momento, entonces, de llegar a puntos de encuentro, y decidir si nos merece la pena aceptar y amar al otro tal y como es... o no.
Por supuesto que las relaciones monógamas (dos personas) no son las únicas válidas, y tampoco lo son las que se establecen desde una única orientación e identidad sexual. Siempre que todas las personas implicadas se sientan cómodas, hay quien acuerda relaciones poliamorosas (con tres o más personas) abiertas sexualmente o cerradas. Tampoco es imprescindible iniciar una relación afectiva para vivir, habiendo muchas personas que prefieren vivir solas y establecer vínculos significativos solo con amigos y familiares.
Las relaciones humanas son muy complejas, y también son cambiantes. Si bien la familia es el tipo de formación humana más común a lo largo de la historia, y que ha dado forma a los valores occidentales, hoy esos valores están cambiando. Eso sí: todavía perduran muchos mitos en torno al amor romántico que generan sufrimiento innecesario, miedo y dudas. También pueden perpetrar o favorecer situaciones de abuso y/o maltrato que no se deben permitir.
Hacemos un repaso por algunos de los mitos más extendidos sobre el amor y las relaciones. ¿En cuántos de ellos has caído?
Si te quiere, te hará llorar
No, quien bien te quiere hará lo posible por no hacerte sufrir, y el hecho de que una persona provoque nuestro sufrimiento constante no quiere decir que la relación merezca más la pena, sino todo lo contrario.
Los polos opuestos se atraen
Falso. Es posible que algunas características complementarias funcionen de manera sana en una pareja, pero por lo general, las leyes del magnetismo no funcionan de la misma manera en la física que en las relaciones. Al contrario; en una relación sana tenderemos a escoger a personas que compartan nuestros valores, nuestro estilo de vida, y nuestra manera de entender el mundo.
Si bien el amor no se puede elegir, sí es inteligente, a la hora de establecer una relación de pareja, tener claros ciertos estándares, que nos hagan la vida enriquecedora y encajen con nosotros.
El amor lo puede todo
No siempre. El nombre del amor, no hay por qué soportar determinadas situaciones que nos hacen infelices, e incluso, de maltrato (que no tiene por qué ser físico, sino solo psicológico). Quererse es fundamental en una pareja, pero hay más otras cosas que son básicas para que una relación funcione.
Es el amor de mi vida
No conviene idealizar a una única persona, o creer que solo hay una con las características idóneas para ti. Este mito, alimentado por el arte (especialmente la literatura y el cine) no se corresponde con la realidad. Lo cierto es que hay muchas personas en el mundo con las que poder establecer una relación sana. Tampoco un amor de la juventud tiene por qué durar toda la vida; no hay por qué envejecer con una misma persona si, a lo largo de la vida, las necesidades, sentimientos y prioridades de los miembros de la pareja cambian.
Es mi media naranja
Similar al concepto anterior, esta idea implica que necesitamos de otro para completarnos como personas. Si bien las relaciones amorosas son una de las cosas más enriquecedoras de la vida, no hay por qué andar buscando a alguien para sentirnos realizados y felices. La importancia de aprender a vivir solos y ser felices por nosotros mismos es, de hecho, la receta de una pareja sana.
Te necesito
Lo que nos lleva al siguiente punto. La dependencia emocional no es amor. El deseo de estar con alguien debería estar motivado por una elección consciente, fruto del amor y la felicidad que provoca el estar al lado de la otra persona; pero no la soledad, el miedo a quedarnos solos, la necesidad de compañía, o la idealización del otro. Es cierto que, como seres sociales, ‘necesitamos’ de los demás para nuestro desarrollo, pero una relación que esté solo basada en este apego es probable que no sea sana. Si tienes problemas con tu pareja pero no te sientes con la capacidad para terminar de la relación, pregúntate: ¿volverías a escoger a esa persona si la conocieras hoy? ¿Y dentro de diez años?
Yo puedo hacerle cambiar
Cuando nos establecemos con una pareja, ideamos una serie de expectativas de la relación. Al cabo de un tiempo, una vez disminuye el efecto químico del enamoramiento en el cerebro, empezamos a conocer de verdad a la persona, y a encontrarle ‘defectos’. No es necesario que adores todas las características de tu pareja. Es probable que algunos puntos generen inconformidad o desacuerdo. Lo importante es que una pareja que se ama y se apoya aprende a lidiar con los defectos del otro, porque los acepta y los integra en la relación. Si alguno de los miembros de la pareja quiere cambiar o pulir alguno de sus comportamientos, debe hacerlo con libertad y por elección propia; en cambio, forzar estos cambios en función de las expectativas del otro es la receta segura del fracaso y la decepción.
Si me quiere, lo hará por mí
Cuidado con este tipo de comportamiento tóxico, conocido concretamente como chantaje emocional.Aunque te ame, no tiene por qué hacerlo si no quiere. Es bueno que las parejas se apoyen, pero las acciones que uno haga por el otro deben ser altruistas y por voluntad propia, no fruto de un sentimiento de obligación o culpabilidad. Al mismo tiempo, amar a una persona no implica ceder a determinados chantajes y peticiones que no se adecúen a lo que a nosotros nos parece lo más correcto o a lo que nos apetece. No debemos confundir hacerle favores al otro o cuidarle, desde el amor, con dejar de atender nuestras necesidades o fallar a nuestros principios por petición (directa o insinuada) de la persona que tenemos al lado.
El amor de verdad duele
Un mantra típico de las relaciones amorosas, que implica que, por el hecho de sufrir, una relación merece necesariamente la pena. No es cierto. En una relación sana, las cosas fluyen con facilidad, todo es fácil.Deberíamos sentirnos seguros y en paz. Si no es así, algo está fallando.
Los que se pelean se desean
Falso. Esta frase normaliza el conflicto en las relaciones de pareja y lo cataloga como algo inevitable, e incluso deseable. El conflicto puede darse, pero debe solucionarse mediante una comunicación sana y no agresiva. Las peleas –especialmente si son frecuentes– no son síntoma de una relación saludable, sino más bien al contrario. Eso sí, las parejas que discuten pueden aprenden a corregir estos comportamientos con voluntad de cambio y con ayuda de terapia.
En el amor hay que luchar
Por último, ligada a la dependencia emocional, está la idea de que en una relación que no funciona hay que esforzarse mucho porque esta salga bien.Si una relación no funciona, a veces, lo más sensato y saludable es dejarla ir. Es más importante gozar de salud mental estando solo que continuar aferrado a una relación que no marcha bien con tal de estar en pareja, pero vivir sufriendo.
Le puede interesar: