Por Universia
Hasta hace poco se asociaba el concepto de inteligencia a la capacidad cognitiva de memorizar o tener habilidad en ciertas disciplinas. Sin embargo, las emociones y la gestión que hacemos de ellas se pasaba por alto, y por ello surge la educación emocional, que tiene como fin reconocer nuestras reacciones y emociones para posteriormente solventarlas.
Podría decirse que la inteligencia emocional se complementa con la inteligencia cognitiva, por eso en muchos centros educativos se está implementando la asignatura de educación emocional, con el fin de desarrollar la personalidad de los estudiantes y que sepan comprender las emociones que experimentan.
Una vez entramos en la vida adulta nos encontramos con otra forma de ver la vida y la educación emocional puede variar. Dentro de nuestro puesto de trabajo nos enfrentamos constantemente a estímulos que nos hacen reaccionar y se reflejan en nuestro comportamiento.
Cómo aplicar la educación emocional en el trabajo
Los expertos han estudiado la educación emocional y sus posibles aplicaciones dentro del ámbito laboral, con el fin de evitar conflictos y mejorar las condiciones de los empleados:
Aprender a distinguir capacidad intelectual de emocional: desde pequeños nos educan en que la capacidad intelectual es lo más importante para triunfar, por lo que tenemos un concepto de “inteligente” un tanto distorsionado. Es necesario aprender en qué consisten los dos conceptos para encontrar el equilibrio y no crearnos pensamientos negativos acerca de nuestra manera de trabajar o comportarnos.
Controlar las emociones: no es fácil dominar tu estado de ánimo y más cuando sufre altibajos o si eres una persona compulsiva. Aprender a no dejarse llevar por ellas y a ser objetivo es una de las metas implementadas en la inteligencia emocional, además de que nos evitará muchos quebraderos de cabeza.
Observar el comportamiento de los demás: cuando interactuamos con el resto de personas, a veces adquirimos su mismo comportamiento para bien o para mal. Debemos quedarnos con los aspectos buenos de la personalidad, para poder aprender a ser empáticos.
Empatía social: ser empático es clave, ya que nos hace mejores personas y es el canal principal para entrar en contacto con lo que sienten las personas del entorno. Aprender a escuchar, ponerse en su lugar y comprenderlos es uno de los ejercicios más importantes dentro de la educación emocional.
No juzgues tus emociones: pues son las que te dan información sobre lo que ocurre a tu alrededor, por eso es importante que las tengas en cuenta y sepas analizarlas.
Mejorar las relaciones laborales con educación emocional
Está comprobado que si conocemos las pautas de la educación emocional con un enfoque más adulto, puede mejorar considerablemente nuestra vida laboral y social en muchos aspectos. Independientemente del puesto que puedas ocupar en tu empresa, comprender las emociones y hacer un buen uso de ellas puede ser el mejor camino para ser más empático con los demás, y desarrollar unos vínculos positivos que mejoran el ambiente de trabajo.
Como novedad, muchas empresas cuentan actualmente con sesiones impartidas por psicólogos para ayudar a los empleados con la gestión de sus emociones a distintos niveles de su profesión.
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