Por Belén Claver
Imagen ilustrativa / Pexels / Pixabay
¿Qué es ser profesional? Esta pregunta es un «encargo» al que he de responder y sobre el que seguramente pensaba que ya tenía una idea clara, pero al lanzar la pregunta me han asaltado más dudas que certezas.
En la primera incursión en el término, me fui rauda y veloz a la RAE a buscar el significado de profesional y me encontré con (transcripción literal):
Profesional:
adj. Perteneciente o relativo a la profesión.
adj. Dicho de una persona: Que ejerce una profesión. U. t. c. s.
adj. Dicho de una persona: Que practica habitualmente una actividad, incluso delictiva, de la cual vive. Es un relojero profesional. U. t. c. s. Es un profesional del sablazo.
adj. Dicho de una persona: Que ejerce su profesión con capacidad y aplicación relevantes. U. t. c. s.
adj. Hecho por profesionales y no por aficionados. Fútbol profesional.
Quitando las tres primeras definiciones (hecha la salvedad del ejemplo del sablazo, unos/as cachondos/as los/as de la RAE) las dos últimas son las que me llevan a profundizar.
Ser profesional es capacidad y aplicación relevantes.
Hasta aquí todo bien, es decir, que tienes la capacidad (entendida por conocimiento, al menos eso infiero) para aplicar o llevar a cabo tareas de forma relevante. Aquí es donde me chirría la cuarta definición, la relevancia. ¿Acaso es menos profesional quien no lo hace con relevancia? ¿Lo es menos una persona que hace algo de forma normal o en la media? ¿Es ser eficaz (tiempo) menos profesional que ser eficiente (tiempo y recursos)? Sigo sin tenerlo claro.
Entiendo y creo que la profesionalidad es poseer conocimiento y capacidad para aplicarlo y también actualizarlo (palabra de mecanógrafa). ¿Y si sólo tuviésemos conocimiento seríamos profesionales o estudiosos?. La duda es mi pastor, sin duda nada me falta (chiste trasnochado).
Ser profesional es ser buena persona.
Últimamente me encuentro con memes frases en las que este axioma se proclama como verdad absoluta, en esto mi visión es mucho más nítida (cuando llevo gafas). Puedes ser una persona profesional y no ser excepcional en cuanto a tu cualidad humana ¿entran los valores a determinar la profesionalidad? ¿quién determina el grado de bonhomía de un/aprofesional?. Leía el otro día en Twitter, ese insigne canal de conocimiento, que un usuario contraargumentaba a esta afirmación con un: «prefiero un cirujano con conocimiento y experiencia, que buena persona». Ahí lo dejo.
Igual tiene que ir más alineado con tus valores que lo que la sociedad, grupo de presión o gurús del desarrollo profesional determinan que es ser buena persona o debe ser buena persona (estamos jugando demasiado a ser dioses en la tierra) y por ende, buen profesional.
Ser profesional es ser infalible.
Esto deviene del sentimiento de culpa tan intrincado, en el que cometer errores te culpabiliza y te debilita como profesional, y no, aún no hemos asumido la cultura del error dentro de las organizaciones. Pedir perdón, equivocarse, errar son acciones frecuentes y consecuentes con nuestra vida que otros/as no lo asuman como tal no debería menoscabar nuestra percepción de la profesionalidad, y lo sé, en ocasiones lo hace en forma de síndrome del impostor/a.
¿Sería no ser profesional no aprender de los errores? No sabría responderte a esta pregunta.
Ser profesional es nunca decir no.
Cuánto gana (descansa) un/a profesional cuando descubre el poder maravilloso del no, que no siempre estarás para todo, que todo no puede parecerte bien y que decir no o no asumir ciertas cosas por miedo a parecerlo menos te hará más fuerte y más sabia/o. También entenderán que tu tiempo es primordial y que la urgencia nunca será una buena compañera de la profesionalidad.
Poner límites define a un/a profesional, cuando lo logras tu profesionalidad se dispara y tu autoestima también.
Ser profesional es trabajar para ser el/la mejor.
Igual hemos olvidado que el fin no es objetivo y que posiblemente no todos/as podamos ser las/os mejores (me da miedo esa autoexigencia que se imprime en la infancia y que tiñe a muchos/as profesionales en una eterna insatisfacción).
Sabernos «finitos» (no muertos) y limitados/as nos quitará presión. Siempre habrá alguien mejor y alguien peor, lo importante es conocer y saber si estás en tu «nivel autorequerido» de profesionalidad, siempre que este no sea limitante, estresante y culpabilizador, si es así, igual necesitas ayuda para soltar lastre.
Ser profesional es ser reconocido/a.
¿Por quién? En la era de la sobreexposición se asocia, erróneamente a mi parecer, ser reconocido/a o renombrado. Cuán equivocados/as estamos, conozco estupendas/os profesionales que no verás en una red, ni en internet, ni sus post son virales, ni salen en medios, ni son premiados, pero no dejan de ser estupendos/as profesionales por eso (para muestra muchos profesionales de la salud, física y mental).
Estamos dando por hecho que visibilidad es igual a profesionalidad, así vamos derechos a una amalgama de influencers en todas las áreas. Que Dios nos pille confesadas/os.
Ser profesional es tener actitud.
Otro de los mantras que hacen un daño terrible. Sí, es verdad que ante dos profesionales aquella o aquel con mejor actitud será percibido como más profesional, pero puede que estemos cometiendo un sesgo. La actitud no es profesionalidad, sino un rasgo que puede acompañarla y en ocasiones mejorarla, pero no siempre querer es poder, que me lo digan a mi «top model frustrada».
En resumen, podría decir que para mi, tras este largo post ser profesional es:
- Poseer capacidad y conocimiento para llevar a cabo una tarea.
- Estar alineada con tus valores personales que no tienen porque estar alineados con los de la mayoría.
- Cometer y asumir errores, y en ocasiones, aprender para no repetir.
- Establecer tu propio nivel de excelencia.
- Decir no y poner límites.
- Trabajar para ser profesional no para ser el/la mejor.
- Depender menos del reconocimiento externo.
- No sólo con actitud podrás serlo.
Y hasta aquí mi reflexión, que me ha retrotraído a mi época de estudiante de máster, en la que un profesor me preguntaba qué quería ser y yo respondí: ser profesional (aunque por aquel entonces, y ahora aún, me cueste definirlo).
Le puede interesar:
Liderazgo emocional – una presentación de hemant karandikar