Por Carlos Nava Condarco
El valor de la vida de las personas está definido por el uso que le den a su tiempo. No existe mejor elemento calificador, puesto que el tiempo es finalmente el que define la extensión de la vida.
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Cuando existen limitaciones al uso discrecional y libre del tiempo, el valor de la vida se reduce de manera proporcional.
Cuando estas limitaciones están establecidas por otras personas, el valor de la vida propia está determinado, entonces, por ésas otras personas. Uno vale aquello que otros “pagan” por el tiempo que se les proporciona.
Y si este mecanismo de “alquilar el tiempo” se sostiene por periodos largos, el “alquiler” concluye siendo una transacción patrimonial. Y la vida de la persona se convierte en “propiedad” de alguien más.
Muchos piensan que son dueños de su destino a pesar que “alquilan” permanentemente su tiempo.
La persona que “alquila” su tiempo en un empleo y se sujeta a lo que en este sentido dispone el sistema, tiene dueño, debe reconocer patrón.
Y toda persona que invierte su tiempo en tareas cuya retribución depende exclusivamente del tiempo personal, tiene como patrón a su propio oficio.
No es rico quien tiene mucho dinero y poco tiempo; es rico quien es dueño de su tiempo al igual que de su dinero.
Estar atado a una cadena de oro es la paradoja más triste de la vida.
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Por esto es importante rebatir algunas premisas establecidas por simple pereza intelectual, o éso que la cultura de masas llama “tradición”:
No es verdad que el mejor camino para obtener el sustento indispensable provenga de transar tiempo por dinero. ¡No es verdad!. Por mucho que constituya parte de la ancestral sabiduría popular.
Tampoco es cierto que el éxito en la vida (primero habrá que afirmar que el éxito tiene unidad de medida absolutamente personal), radique en formar a las personas en conocimientos, habilidades y destrezas que sean puestas a disposición del mercado.
Es falso que el empleo tradicional constituye el vehículo idóneo para transar ésa formación en el mercado.
No es verdad que la “carrera profesional” exitosa esté representada por una historia de empleos que han consumido buena parte del tiempo y de la vida. Finalmente a nadie le interesa eso, ni siquiera a los sistemas que se benefician de ello.
No es cierto que la única alternativa a esto sea desarrollar conocimientos en un oficio que se transe en el mercado sin dependencia de los demás. Este es el auto-empleo que conocen bien los abogados, médicos, odontólogos, etc.
Un sistema que sólo cambia de patrón y entrona al oficio como dueño y señor del tiempo propio.
Es falso que todo esto se solucione por acumulación de conocimiento. Puesto que mucha gente con enorme conocimiento está igualmente perdida en el circuito, transando habilidades básicas por un puñado de dinero.
No se equivoca la persona que ordena premisas personales y profesionales de acuerdo al uso inteligente de su tiempo.
Porque al hacerlo trabaja sobre la variable más importante de la ecuación de la vida.
El buen uso del tiempo proporciona en primer lugar calidad de vida, que es lo que precisamente se busca «hipotecandolo» por unas monedas.
Y la calidad de vida, entendida como un estado de equilibrio físico, mental y emocional, proporciona las mejores condiciones para tomar apropiadas decisiones respecto al dinero.
Es diferente «llegar» a un estado de calidad de vida como efecto de haber acumulado dinero (hipotecando tiempo, por lo general), que partir de un estado que proporciona cierta calidad de vida y conquistar desde allí las metas financieras.
¿Se puede generar dinero sin hipotecar tiempo? ¡Por supuesto que sí! La forma más lógica es transando conocimientos, habilidades, consejos, destrezas o cualquier producto que emerja de la combinación de éstas.
En realidad ése es el camino lógico, el que recomienda un básico sentido común.
Sin embargo convencionalismos y tradiciones poco reflexivas y que responden esencialmente a los intereses del Sistema, han transformado progresivamente esta lógica hasta llegar al entendimiento vigente (profano desde todo punto de vista).
No se trata, por otra parte, de hacer apología de ninguna fórmula mágica que proporcione dinero sin esfuerzo.
El trabajo es indispensable para conseguir lo que se necesita y quiere en la vida. Y el trabajo demanda la inversión de tiempo, obviamente. Pero es precisamente ésto último lo que debe hacerse cuando fuese necesario: inversión de tiempo, y de manera inteligente, no gastarlo como si fuese interminable.
Administre y acumule tiempo, no dinero. De esta forma conocerá el valor de la vida de las personas y la riqueza genuina.
No olvide lo siguiente:
- El dinero no puede comprar tiempo, el tiempo permite comprar todo, incluso dinero.
- Quien tiene tiempo posee capacidad de tomar decisiones, quien posee dinero ya decidió.
- Dinero y tiempo no siempre son compatibles, pero ¿quién dijo que tiempo y dinero no lo son?. Todo depende del concepto que se prioriza.
- Quien privilegia el tiempo invierte dinero, quién privilegia el dinero invierte tiempo. El primero es sabio, el segundo está «confundido».
- El dinero propende a preocupar a las personas, en cambio el tiempo solo se puede ocupar.
- La vida no es un juego de «Monopolio».El «Monopolio» es un juego de mesa,
- El Hombre más rico del cementerio, sigue allí con el mismo problema que tuvo en vida: no tiene tiempo.
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