Toda crisis es siempre una oportunidad, más allá que la afirmación parezca una consigna de trabajo o un llamado motivacional.
La historia de la humanidad es una bitácora de logros, descubrimientos y victorias engendradas en los momentos más difíciles. Un registro de hombres que destacan precisamente porque aceptan desafíos en las situaciones más complejas.
La crisis reduce drásticamente el nivel de competencia.-
Bien se trate de un Negocio establecido, un emprendimiento o una idea que busca encontrar espacio en el mercado, las situaciones de crisis (económica, social o política), reducen el número de participantes en la lid. Son menos los agentes económicos que consideran dinamizar actividades o poner en práctica iniciativas importantes. El nivel de la actividad competitiva se reduce proporcionalmente a la gravedad que “proyecta” la crisis.
Un número más pequeño de agentes en el mercado es condición ideal para emprendimientos jóvenes, y situación inmejorable para nuevas ideas o proyectos.
Precisamente porque la crisis provoca que todos sean más conservadores, las iniciativas agresivas inteligentes tienen mayores probabilidades de éxito.
El hecho que todo se evalúe con cautela favorece a quién se anime a dar el paso. En “teoría” no existe mejor momento. Y aunque lo teórico esté siempre sujeto a la crítica impasible del pragmatismo, en éste caso se cumple aquello que “no existe nada más práctico que una buena teoría”.
La crisis no se encuentra compuesta sólo de hechos y situaciones, también de percepciones e interpretaciones. Muchas veces las percepciones provocan un sentimiento con respecto a la crisis mayor al que se fundamenta en los hechos. Y las interpretaciones la contextualizan fuera de los márgenes que tienen sustento técnico.
El factor psicológico es trascendental en la percepción de la crisis. Y ello juega a favor de quien está buscando oportunidades.
El factor clave de éxito para obtener resultados favorables en épocas de crisis es la ADAPTACION.
Si los negocios, los proyectos, las ideas o personas no tienen capacidad de adaptarse a las circunstancias, se situarán de inmediato en el grupo de los que fracasen.
No se trata de adoptar posiciones o actitudes conservadoras. Se trata de adaptar todo a la situación existente.
La adaptación precisa imaginación, destreza creativa, y sobre todo flexibilidad mental. En tanto que la adopción de nuevas medidas es un proceso constructivo que puede tomar tiempo valioso y fracasar igualmente después de ponerse en práctica.
Las respuestas “técnicas” (permítase esta etiqueta para diferenciarlas de las psicológicas) a situaciones críticas, son producto de procesos mentales. Cuando se toma consciencia sobre la existencia de los ciclos que existen en las actividades de la vida, la mente alcanza flexibilidad funcional para adaptar cosas y comportamientos.
Los ciclos desfavorables no sólo son normales e ineludibles, son también necesarios para la evolución.
La mente emprendedora entiende que las naves no se mueven siempre con vientos favorables. Dado que si esto fuese así la existencia misma sería como un lago de aguas estancadas y sin vida. Entiende también que los momentos difíciles no son ni eternos ni inalterables. Para la mente emprendedora, dotada de flexibilidad, la “oscuridad” que presentan los ciclos de adversidad es solo “ausencia temporal de luz”.
En la necesidad de adaptarse no juega ningún rol el optimismo. De la misma forma que no cumple papel en la seguridad que tiene una persona de que el sol nace al final de cada noche. Eso sucede sencillamente como efecto de la naturaleza de las cosas.
Los periodos de crisis son momentos que preceden o suceden a las condiciones favorables. Con el mismo determinismo que existe en la relación de la noche con el día.
No existe estado más triste en el alma que aquel que desea que las cosas siempre sean positivas. Puesto que ése deseo es una manifestación de ignorancia y fundamento para la debilidad de carácter.
La vida presenta ciclos buenos y malos por igual. Y en ello no puede concebirse la existencia de ninguna fatalidad.
En épocas de crisis sólo se necesita un poco de coraje y voluntad para destacar sobre el promedio de gente pusilánime que ve pasar la vida esperando siempre “el momento propicio”.
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