Las palabras no son simples sonidos; llevan consigo energía capaz de construir o destruir, de levantar el ánimo o apagarlo. Lo que decimos refleja lo que pensamos y sentimos, y tiene el poder de influir en quienes nos rodean, dejando huellas que pueden durar toda una vida.
Cuando elegimos hablar con respeto, gratitud y amor, estamos sembrando semillas de esperanza y confianza tanto en los demás como en nosotros mismos. Recordemos siempre que lo que decimos es un reflejo de lo que somos, y usar ese poder con conciencia puede cambiar nuestro mundo y el de quienes nos escuchan.
“La palabra es el arma más poderosa que tiene el ser humano; úsala para construir, nunca para destruir.” — Anónimo
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